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Bajo llojeta y un poco de sus perros

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Actualizado - 10 September 2024

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El fin de semana del 12 de junio a la hora del almuerzo se escucharon los gritos de dolor y susto de un perro que se acercó a un radiotaxi y mordió el aro de la rueda delantera derecha. La fuerza del avanzar del automóvil arrancó varios dientes del perro y el quedó atascado gritando sin poder zafar el hocico de la rueda. La gente miraba y gritaba, y del radiotaxi que se detuvo salieron los pasajeros y el conductor. Yo salí corriendo y vi al perrito atrapado, otros perros le ladraban y uno le mordió la espalda quizá para animarlo a zafarse por si solo.

El conductor dijo hay que sacar la llanta y yo exclamé que sí mientras la sangre de la boca del perro manchaba el asfalto. El perro no paraba de gritar y yo no estaba seguro de qué hacer sino también intentar animar al perro a que se zafe. Alrededor de dos minutos después (aunque ahora pienso que tal vez fué mucho menos), el perro con mucho esfuerzo y gritos de dolor logró sacar hocico de la rueda.

Alcancé a ver que le faltaban al menos 2 dientes entre ellos el colmillo inferior izquierdo y unas muelas flojas que parecía estaban a poco de salirse, su lengua estaba afuera y de la boca, no paraba de sangrar. Con todo eso el perro camino rápido alejándose de esa esquina y subiendo una calle empedrada y no sin dejar puntos rojos en el asfalto y acera por donde caminaba.

Le perseguimos con el conductor por esa calle y luego en una avenida. Siendo un perro grande y peludo se lo veía a lo lejos sin mucho esfuerzo, como se alejaba mas lejos el conductor dijo que iría por su auto y yo le dije que teníamos que llevarlo al veterinario porque los dientes podrían infectarse. Mientras iba por su auto, llegaron 2 mujeres preguntando por el perro y poco después volvió el conductor y salió del taxi junto con una mujer joven. El perro paró al lado de una tienda de abarrotes y ahí nos conseguimos acercar, también. Lo vimos sangrar con la lengua afuera y sabíamos que lo importante era agarrarlo para llevarle al veterinario.

El conductor se acercó al perro haciendo ese sonido que hacemos para llamar con cariño a los perros, algo parecido a un "tic" pero de modo en que se presiona la punta de la lengua en el paladar y luego se suelta la presión dirigiendo la lengua hacia adelante (o hacia atrás), haciendo eso seguidas veces y rápido suena como "tic tic tic tic ...". Alzó la mano y la puso en la cabeza del perro que bajo un poco las orejas y parecía relajarse por unos 3 segundos. Pero el conductor se precipitó y subió la mano hasta la nuca del perro tal vez para tratar de agarrarle la piel del cuello y poder así meterlo en el auto, el perro se asustó, se safó rápidamente y comenzó a alejarse más lejos y rápido hacia arriba. Mientras se alejaba se hablaba sobre el perro y la mujer acompañante (o tal vez pasajera) del taxista decía con a mi parecer un tono de reclamo, que ¡fue un accidente! y que el conductor no tenía la culpa.

perrito Lastimado

Nos pusimos a seguirle, pero eso hacía que el perro se alejara y me adelanté un poco trotando. Esperaba que el conductor esté tras de mí y cuando se acerque decirle que a pesar de que fue un accidente, estas cosas pasan y no podía dejar al perro así y que yo iba a ayudarle a cubrir con los gastos de curación. Lo que recuerdo es que él se quedó atrás con el taxi junto con la mujer joven, no lo volví a ver y no pude decirle nada de eso.

Poco después llegó mi pareja corriendo preguntando como estaba todo y le dije que perdimos de vista al perro. Preguntábamos a dueñas de las tiendas si conocían al perro y decían que parecía que no tenía dueño, les dije que en lo posible intenten conseguir una correa o manta para una vez nos acerquemos lo podamos agarrar. Una chica joven vio al perro y sintió que tenía que ayudarlo y se puso también a seguirlo al trote, pero él más se alejaba. Poco a poco las demás personas también lo iban a buscar, nos separamos, y mi pareja escribió a un grupo de whatsapp de cuidado de animales callejeros de Bajo Llojeta (que es una zona grande en la ciudad de La Paz). En el grupo luego de mandar fotos del perro, decían que era callejero y no tenía dueño pero que había un dueño de un lavado de trajes en la avenida que le daba comida. Fui al lavado mientras las demás buscaban al perro.

Vi que estaba abierto y me acerqué, vi a un señor descansando sentado y luego de saludarle le conté sobre el perro y le mostré fotos, su sonrisa inicial iba desapareciendo de a poco hasta ponerse más serio. Me dijo que conocía al perro y que junto con otros 4 o 5 perros, les daba comida y agua, pero que no era su perro y que solo sabía que andaba con ese grupo de perros por estas calles que parecían ser "sus dominios", que él no vivía aquí y tampoco conocía si el perro tenía o no dueño. Nos pasamos los números de teléfonos y también me dio el teléfono del administrador de un grupo de WhatsApp de la zona que ayudaban a perros de la calle. Con esos datos, le dije que me avise si lo vuelve a ver y decidí volver a salir a buscarlo y bajando un poco me volví a encontrar con mi pareja.

Así con ella intentamos caminar tras el perro y vimos que se metió por una calle que bajaba a por un costado de la avenida principal, lo seguimos y una señora nos acompañó por esas calles empedradas, empinadas y con cruces perpendiculares aún más empinados. Mi pareja aprovechó en tomar algunas fotos del perro y escribir por ayuda a animales S.O.S, un grupo de voluntarios que trabaja varias décadas ayudando a animales desprotegidos. Le dijeron que intentemos atrapar al perro o apaciguarlo para que puedan ir hasta el lugar para atenderlo, les mandó la ubicación y otros detalles, pero el perro se movía por un barranco.

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La señora se separó y nos dijo que intentaría traer una correa para agarrar al perro y seguimos tras el perro, finalmente llegamos al final de la calle donde solo había un barranco que iba a un camino a las faldas de un cerro donde no se veían casas, solo un tractor inmóvil. Dos señoras que subían por el barranco, vieron al perro y a nosotros en la meseta y gritaron si era nuestro perro. Yo grité que no, y que queríamos agarrarlo para rescatarlo y se acercaron. Nos dijeron que lucía mal y que no lo vieron antes mientras también lo buscaban con la vista.

Mientras las señoras se quedaron mirando el barranco otra vez perdimos de vista al perro, lo último que vimos fue al perro que bajó el barranco y tras escuchar el ladrido de otro perro, empezó a huir bajando ese camino que era difícil para nosotros. El sol de la tarde, el polvo y la caminata ya empezaban a fatigar y decidimos rodear el barranco por otras calles adyacentes. Eran calles vacías de personas, pero si se veía alguno que otro perro echado y que nos miraba fijamente y a veces ladraba, habían casas pequeñas de ladrillo, gradas y pasillos que conectaban calles similares. Así mientras andábamos mandé un mensaje al dueño del grupo de whatsapp que me pasó el señor del lavado. Al no recibir respuesta, mandé un audio intentando explicar la situación y pidiendo ayuda a los vecinos para agarrar o encontrar al perro. Al no recibir respuesta le llamé, me contestó y le dije lo mismo, quizá por la frustración o el cansancio, no expliqué bien los detalles o elaboré un plan concreto para rescatarlo y su respuesta solo fue un "Está bien, gracias por comunicarlo vamos a avisar en el grupo".

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Caminamos muchas calles y noté más nuestro cansancio y frustración, volvimos de regreso a la meseta y poco antes de llegar las dos señoras que se quedaron vigilando nos gritaron señalando una de las calles por las que vieron al perro recientemente, agradecimos y fuimos tras él. Al llegar a la avenida nos volvimos a separar y mi pareja dijo iría a conseguir algo de comida y tromadol porque los de animales SOS le recomendaron que se lo administremos al perro para calmar el dolor que podría estar sintiendo.

Volví a subir la avenida y poco después vi al perro sentado en un pequeño montón de pasto en la acera cerca del lavado donde le daban comida. Le vi con la lengua afuera y me acercaba lentamente sin estar muy seguro de cómo agarrarlo. El perro me vio a lo lejos, me reconoció y de nuevo empezó a alejarse. Así iba por calles de subida y bajada, se detenía para descansar, yo me acercaba con cautela y a veces él también, pero acababa de forma similar. Parecía que el perro ya asociaba mi figura con el accidente y el miedo y el dolor que sentía hacía que se aleje. Lo perdí de vista como unas 3 veces y volvía a encontrarlo casi por los alrededores o en la avenida misma. No tenía un buen plan para atraparlo, tan solo esperaba a que él me empezara a tolerar y deje que me acerque, tristemente él solo se alejaba de mí cuando me percibía muy cerca.

Volví a encontrarme con mi pareja y ella trajo algo de pollo para intentar darle al perro junto con una pastilla y como se dio cuenta que el perro volvía a donde estaba la tienda de lavado, fuimos a hablar con el dueño. Ella le pidió que en cuanto lo viese le dé la comida e intente hacer que coma las pastilla también, él dijo que dentro de poco tenía que cerrar la tienda, pero que esperaría un poco más. Mientras hablaba otra perrita se acercó y el dueño le dio unas croquetas que ella empezó a comer con muchas ansias. Recuerdo vi en su cabeza una mancha de sangre con saliva, entonces temí que el perro se encontró con ella y trato de defenderse. O a lo mejor era su amiga, se acercó a olerlo y ahí goteó en su cabeza la sangre del perro.

Dejando a los demás en el lavado salí de nuevo a buscarlo para no perderle el rastro, pero esta vez ya no pude encontrarlo por las calles donde lo ví antes, aunque sí lo vi ir hacia el barranco y parecía mirar hacia atrás como buscando si alguien —en este caso yo, lo estaba siguiendo. Decidí dejarle de perseguir, para que deje de huir y no se estrese más de lo que ya vivió.

Poco después volví al lavado y hablamos con mi pareja de que quizá no encontraremos al perro de nuevo en ese día y que dejemos a personas o dueños de tiendas la comida con pastillas para que se la dieran al perrito si se acercaba. Como el señor del lavado dijo que cerraba la tienda, le pedimos el plato de comida y que nos avise si se enterara de algo. Inmediatamente después que salimos de la tienda el señor la cerró.

Finalmente dejamos el plato de comida a la dueña de una tienda de abarrotes al frente de lavado, no habían más tiendas cerca y tampoco respuestas en los grupos de WhatsApp, entonces nos fuimos.

No dormí tranquilo esa noche pensando en el dolor intenso que podría estar sintiendo el perro. ¿Se le habrán infectado las heridas? ¿Cuanta sangre habrá perdido? ¿Habrá comido algo? Si a lo mejor tenía dueño o consiguió volver, ¿su dueño le atendió al ver su estado?.

Al día siguiente salí a buscar al perro, esta vez con más comida y más pastillas, quizá esta vez si estaría más tranquilo y con el hambre suficiente como para aceptar un plato de comida y así yo o pudiera atraparlo para en lo posible hacer que lo curen. Como era domingo, el señor del lavado no abrió, estaba todo más vació y por la avenida no vi al perro. Volví a la tienda de abarrotes y la señora me dijo que no volvió a ver al perro, me devolvió el plato de comida y decidí buscarlo hasta más lejos.

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Bajé por las calles empedradas con mucha calma y mirando a todos lados. A pesar de que me acercaba en silencio, otros perros me vieron a mí y al plato de comida que tenía en mis manos y me empezaron a seguir. Con "amabilidad" les decía que se alejen pero uno de ellos muy pacientemente me siguió varias calles. Su mirada hambrienta e insistencia hizo que le lanzara un poco de la comida de rato en rato. Él iba a comer y volvía y así hasta que llegamos cerca al barranco. Pareció reconocer los límites de su territorio o el comienzo del territorio de otros perros y se quedó en una esquina inmóvil y de a poco se empezó a alejar. Y era cierto, otros dos perros se me acercaron y me miraban igual. Uno de ellos era grande, peludo, viejo y tenía un ojo lastimado. El otro era mediano delgado y mucho más joven.

Mientras seguía buscando, estos dos compañeros me escoltaron hasta el barranco mientras yo aproveché en darles parte de la comida que comieron con mucho gusto. Me quedé mirando el barranco por varios minutos y de a poco a bajarlo. Mientras más bajaba, menos me seguían los perros.

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Llegué casi al camino y tras varios minutos de inspeccionar, no encontré ningún rastro del perro. Noté un niño a lo lejos que jugaba con una vara de madera y se contemplaba el atardecer por el cerro. Poco después me vio también parado y se iba acercando de a poco. A una distancia prudente dudó en seguir acercándose y volvió a su casa a jugar con su vara y mirar el paisaje.

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Volví a subir el barranco triste por no haber encontrado al perro preguntándome si seguía vivo, o su cuerpo yacía en algún rincón inmóvil luego de que esta su vida de perro hubiese terminado. Al subir de vuelta volví a ver a mis anteriores perros escolta y les di más de los restos de comida. Luego me escoltaron amablemente de vuelta y en una de las calles se detuvieron al frente de una puerta luego de escuchar que se abría. Salió una señora de la tercera edad, una "viejita" que tenía una olla de una sopa parecida a "lawa" de perro que poco a poco iba vaciando en un plato al lado de su puerta. Los perros esperaban pacientes a que terminara y luego fueron a comer. Ahí me ajelé y algunas migajas que tenía todavía, se las daba a otros perros del camino que también las recibían agradecidos.

Dos días después, me comuniqué con el dueño del lavado preguntando sobre el perro y me dijo que no lo volvió a ver, pero que me escribiría en otro caso. Una semana después pasé de nuevo por la avenida y no vi rastros del perrito que vivió su vida entre las calles de Bajo Llojeta, zona donde socializaba, caminaba, dormía, contemplaba con la nariz y los ojos lo que aparecía y donde algunas personas le daban comida, y quizá algunas le acariciaban la cabeza.

Pequeña Reflexión

Si acabó la vida de un perro hambriento, es fácil darse cuenta de que hay muchas otras más. La ciudad de La Paz en Bolivia tiene una gran cantidad de perros y la tenencia irresponsable de animales es uno de sus más grandes problemas.

Algunas estimaciones indican que hay más de 250000 animales en condición de calle, sin embargo pocas acciones se toman para mejorar su situación. Hay gran diversidad de causas y cada causa tiene su efecto, las consecuencias como lo que le pasó al perrito de esta historia no son casos aislados, están ocurriendo a diario.

Una cadena con muchísimos eslabones que puede empezar con personas irresponsables que descuidan a sus mascotas dejándolas en la calle donde pueden enfermarse, pelear, hambrear, sufrir accidentes, perderse o ser víctimas de agresiones o delincuencia. Además pueden también procrear y multiplicar la cantidad de perros callejeros o abandonados, empeorando la situación.

Una ciudad donde las autoridades se jactan de proyectos de "modernizaciones" inconclusas y uso de la tecnología como un fin en sí misma y reducen los recursos e importancia a la vida y buen vivir de los omnipresentes y nobles animales que la habitan. Esos incorrectamente llamados "seres inferiores" que fielmente ofrecen sus vidas para hacer compañía a personas como nosotros, que soportan maltratos y sufren las consecuencias de la irresponsabilidad colectiva e individual.

Pero como siempre, cambiar esta situación esta a nuestro alcance. Justo la misma noche de lo ocurrido con el perro, pude ver a otra viejita que con su compañero alimentaban a —al menos cuatro perros callejeros. Con sus pasos lentos cerca de las 11 de la noche.

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Eso muestra que hay voluntad y amor para mejorar la vida de los animales por parte de muchas personas que saben que más allá de las riquezas económicas, el trato a los animales es una riqueza más importante.

Actuando, exigiendo y esforzándonos podemos hacer de esta y otras ciudades un lugar próspero de verdad.

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